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EL FANTASMA

Hay un fantasma. Una figura en la ventana. Una sombra inmóvil. Parece decir “puedo entrar”. Por lo que más quieras, no. Pienso yo. Mi voz no sale. El gemido de un ahogado. De un agonizante abandonado en su cama. Mamá, papá, por favor. Hay un fantasma en la ventana. Juega una lucha paciente. Parece decir “¿por qué no?” Yo quiero decirle que no es por él, que en realidad nunca dejo entrar a nadie, que me aterra que señalen esta esquina, este estante, este cajón. No me gusta revisar esas cosas. Le pongo excusas. La ventana está abierta. Hay alguien del otro lado: la figura de un fantasma. Me da miedo. Parece decir “está bien”. Parece decir “no quiero asustarte, me puedo ir”. Por lo que más quieras, no. No te vayas. Por lo que más quieras, no te vayas, le quiero decir. Pero la voz no me sale, y entra frío por la ventana abierta, y todo lo demás, y no puedo hacerme entender que está bien, que sí quiero, que está invitado, Que están todos invitados. *** Arte Visua...

COMO UNA RATA, el blog

  Cuando tenía dieciséis años escribí un cuento sobre un chico que compraba marihuana en el baño de la escuela. Su objetivo era lograr una consecuencia noble en el mundo, incluso aunque para eso tuviera que hundirse hasta lo más bajo.      Hasta ese día, yo había escrito cuentos con muchos adjetivos complicados, explicaciones de más, reflexiones, y declaraciones de vida. Para darse una idea, al último cuento le había puesto de título  El sueño del perfume y sus cabellos negros . Trataba sobre un chico de barrio que caminaba por las calles de Buenos Aires, una chica se le acercaba y él se enamoraba perdidamente. Había dos páginas enteras en las que el pibe describía su belleza. Como si no le alcanzara, después de eso recitaba espontáneamente un poema de cinco estrofas (que no voy a reproducir por respeto a la poesía).  Un día leí la novela  El origen de la tristeza  y fue un punto de no retorno. Me conmovió más que otras cosas que pre...